VER Y NO CREER, Comedia famosa de
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
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Título: VER Y NO CREER, Comedia famosa de. Procedencia: Parte 24 (1633); Final Acto III; Licencias de representación
Título: VER Y NO CREER, Comedia nueva de. Procedencia: Manuscrito del s. XVII
Autoría
Autor: Félix Lope de Vega y Carpio. Fiabilidad: De autoría dudosa
Observación: Marilyn RUIZ-ASCARZA (An Examination of Objective Methods for Determining "Comedia" Authorship. Together with Case Studies of Eight Plays Attributed to Lope de Vega, Tesis doctoral. Universidad de Virginia, 1975) rechaza que sea de Lope.
Peregrino
Citado en El peregrino I: No
Citado en El peregrino II: No
Parte
No presente en la colección de Partes de Lope de Vega
Manuscrito
Tipo: Copia
Localización: Madrid, Biblioteca Nacional (España)
Ref. bibliográfica: Biblioteca Nacional (España). Junta Nacional del III Centenario de la muerte de Lope de Vega.: Catálogo de la Exposición Bibliográfica de Lope de Vega. Madrid, Biblioteca nacional, 1935. 65-66.
Nota: Signatura: mss. 14.895. Letra del s. XVII. Tiene licencias de representación. Confirmado en el catálogo de la blbioteca por ERG
Tipo: Copia
Localización: Madrid, Biblioteca Nacional (España)
Ref. bibliográfica: Biblioteca Nacional (España). Junta Nacional del III Centenario de la muerte de Lope de Vega.: Catálogo de la Exposición Bibliográfica de Lope de Vega. Madrid, Biblioteca nacional, 1935. 66.
Nota: Sign.: mss. 15.007. Letra del s. XIX, de Durán. Confirmado en el catálogo de la biblioteca por ERG.
Otras ediciones del siglo XVII
Título: COMEDIA FAMOSA DE VER Y NO CREER
Colección: Parte 24 de comedias de Lope de Vega (Zaragoza, Diego Dormer, 1633)
Atribución: Lope de Vega
Ref. bibliográfica: Profeti, Maria Grazia: La collezione "Diferentes autores". Kassel, Reichenberger, 1988. 40.
Colecciones modernas
*Ref. bibliográfica: E. Cotarelo et al. eds.: Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academia Española [nueva edicion] (Con prólogos de E.Cotarelo y Mori y otros, 13 vols.). Madrid, RAE, 1916-1930. X.
* Edición utilizada
Ediciones singulares modernas
No consta
Versiones y traducciones
No se conocen
Bibliografía secundaria
No consta
ANOTACIONES PRAGMÁTICAS
Ver / Ocultar secciónDatación
Fecha: 1599-1608, probablemente 1599?-1603?
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 580.
Dedicatorias
No existe dedicatoria.
Cómputo de versos
Número: 2882
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 579.
Número: 2592
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 579.
Observación: Según MB, el Ms. publicado por G. I. Dale consta de 2592 vv., la edición de la Acad. N., en cambio, consta de 2882
CARACTERIZACIONES
Ver / Ocultar secciónPersonajes no computables
Personajes computables
Universo social
Tiempo histórico
Tiempo indeterminado
Marco espacial
Jornada 1
Topónimo: lugar indeterminado. [Hungría]. Europa. Espacio: en el jardín de palacio, junto a una fuente; en la calle; en un balcón.
Topónimo: lugar indeterminado. [Hungría]. Europa. Espacio: en palacio; en el jardín de palacio.
Jornada 3
Topónimo: lugar indeterminado. [Hungría]. Europa. Espacio: en una sala de palacio; en el jardín de palacio.
Duración
Jornada 1: 1 día
Entreacto 1 a 2: Número indeterminado de semanas
Jornada 2: 1 día
Jornada 3: 1 día. Nota: Al día siguiente de la Jornada II
Género
Género principal:
- Comedia > universo de irrealidad > libre invención > palatina.
Extracto argumental
Jornada 1
La acción se desarrolla en la corte de Hungría. En el jardín del palacio real, junto a una fuente, se encuentran Celia y Leonora, damas, con dos caballeros, el duque Fabio y Feliciano. Celia está perdidamente enamorada del duque, pero éste, aunque reconoce su valía, no puede corresponderla, pues se interesa por la Infanta Lucinda. Por su parte, Feliciano ama desde hace tiempo a Leonora, que, a su vez, bebe los vientos por el conde Enrique. Éste, finalmente, está enamorado correspondidamente de la Infanta Lucinda.
En el concurrido jardín se reúnen Lucinda y Enrique, que mantienen una apasionada conversación sobre el amor que se profesan. Lucinda, que no puede resistir ni un día más los deseos que siente por el conde, concierta una cita con él para esa noche en el mismo vergel. Celia y Leonora, que han presenciado, sin ser vistas, la escena de amor entre el conde y la Infanta, y los han escuchado citarse, deciden urdir un plan. Haciéndose pasar por la Infanta, Celia hace llegar una carta al duque Fabio; en ella lo cita en el jardín esa noche. En la nota, le propone un trato: para que su relación permanezca en secreto, se reunirán por las noches al jardín, pero, durante el día, Fabio no dirigirá la palabra a Lucinda. Feliciano, por su parte, continúa cortejando a Leonora; ella le promete que su deseo se verá cumplido en el momento en que consiga que Fabio favorezca a Celia. Feliciano encuentra a continuación a Fabio enfrascado en la lectura de un papel; le pide que olvide el desvarío de amar a la Infanta, que favorece llanamente a Enrique, y vuelva sus ojos al rendido valor de Celia. El duque le muestra entonces, triunfante, el fingido mensaje con el que la Infanta lo ha citado para esa misma noche. Feliciano le confiesa que sólo su favor a Celia le entregará a él a Leonora; el duque, pletórico, promete hallar una solución al caso si consigue a la Infanta.
Mientras tanto, llegan a la corte noticias del Rey Felisardo de Bohemia. Aborrecido y desdeñado por la Infanta Lucinda, se dispone a invadir Hungría con su ejército. Para contenerlo y derrotarlo, el monarca húngaro nombra jefe de una expedición defensiva al conde Enrique. El duque Fabio, celoso por el amor que demuestra la Infanta a su bravo amante y deseoso por mostrar su propio valor, se ofrece él mismo para comandar el ejército; el conde y el duque se enredan en un leve altercado que mezcla lo amoroso y lo guerrero. El Rey, ajeno a la disputa, ratifica su decisión de enviar a Enrique a la cabeza de las tropas. Cuando se quedan solos, Enrique y Lucinda se despiden con un efusivo abrazo.
Por la noche, a las doce, llega Fabio a la puerta del jardín de palacio. Al no ver a su amada en el balcón, decide dar una vuelta por los alrededores para asegurarse de que nadie interrumpirá la entrevista. Cuando vuelve, encuentra a Celia, que se hace pasar por la Infanta, asomada al balcón. La conversación entre ambos es sorprendida por el conde Enrique, que ha llegado hasta el mismo lugar para encontrarse con Lucinda, tal y como habían acordado horas antes, cuando estuvieron juntos en el jardín. El conde imagina que es la Infanta la que declara a Fabio su amor y acto seguido lo invita a entrar en el jardín. Muerto de celos, Enrique saca una daga para matar al duque, pero no llega a ejecutar la acción y, abatido, abandona el lugar.
Jornada 2
Han transcurrido varias semanas desde que se produjo el primer encuentro entre Fabio y Celia, fingiendo ésta ser la Infanta. El duque encuentra sola, de día, a la Infanta y se acerca a ella para dirigirle amorosas palabras; Lucinda, sorprendida, le recomienda discreción y cordura.
El pensamiento y los sentimientos de la Infanta continúan pendientes del conde Enrique, que regresa entonces victorioso de la batalla contra los bohemios. En una sala de palacio es recibido y honrado por el Rey, dos Grandes y Lucinda, que no puede contener la felicidad por la llegada de su amado. Después de ser agasajado, el conde Enrique se retira a descansar, pero antes se encuentra con la Infanta en el jardín de palacio. Lucinda se muestra muy afectuosa, pero Enrique, que no ha borrado de su mente el supuesto encuentro de la Infanta y el duque, cree que su dama finge, y le responde fríamente. Lucinda imagina entonces que, durante su ausencia, el conde la ha olvidado. Se produce un cruce de acusaciones entre los amantes y la Infanta cae desmayada en brazos de Enrique. En ese momento, entra en el jardín Laurencia, que sostiene a Lucinda mientras el conde va a buscar agua. A continuación, llega Fabio, que recibe igualmente en los brazos a la Infanta en tanto que Laurencia va también a por un poco de agua. Semiinconsciente, Lucinda, que se imagina en brazos de Enrique, pronuncia dulces palabras de las que se cree destinatario Fabio. La escena y las palabras de la infanta son percibidas por Enrique y Celia, quienes definitivamente se sienten desengañados. Al despertar en brazos de Fabio, Lucinda se muestra confusa y avergonzada, provocando el desconcierto del duque, que se creía definitivamente favorecido.
Leonora, entretanto, recibe amorosas palabras de Feliciano; la dama sigue aceptando su cortejo con la esperanza de que el galán gane para Celia el favor del duque Fabio. La propia Celia se queja a continuación ante su amiga por la escena que acaba de presenciar entre la Infanta y el duque. Aparece entonces el conde Enrique, quien, deseoso de olvidar a Lucinda, comienza a cortejar a Leonora, para sorpresa y regocijo de ésta, ante la oculta mirada de la propia Infanta, que arde de celos. Ya en sus aposentos, Lucinda cuenta a su criada Laurencia el cambio de actitud del conde. La doncella le aconseja que favorezca a Fabio para despertar los celos de Enrique y así recuperar su atención.
Llegada la noche, tiene lugar en palacio un baile en honor al victorioso conde Enrique. Durante la velada, Lucinda danza con Fabio; Enrique, con Leonora. Cuando termina la fiesta, el conde, que no puede reprimir más sus celos, increpa a Fabio y ambos desenvainan las espadas, dispuestos a batirse en la misma sala; Lucinda llama al orden a los caballeros y evita el enfrentamiento. Fabio abandona el lugar mientras, con palabras airadas y coléricas, Lucinda llama traidor a su enamorado Enrique, a quien acusa de romper su compromiso con máscara de celos. Con este discusión entre los dos enamorados finaliza el segundo acto.
Jornada 3
Al día siguiente, Lucinda sorprende a Celia y a Leonora leyendo una carta; en principio, la Infanta cree que es papel de amores del conde a Leonora, pero, cuando lo toma, descubre que se trata de una carta que Fabio dirige a la Infanta para agradecerle la amorosa velada que pasó en su compañía. Al leerla, Lucinda comprende que ha sido objeto de engaño o traición e imagina que su honor puede salir gravemente dañado. El Rey, que aparece por allí en ese momento, repara en el turbado gesto de su hija, toma el papel y se figura deshonrado, pese a las protestas de Lucinda, que se sabe víctima de un artificio.
Para solventar el caso, dado que Fabio es grande del reino, el Rey decide casarlo con la Infanta, propuesta que el duque acepta de muy buen grado. Cuando el conde Enrique se entera de la noticia, solicita al Rey permiso para abandonar la corte, pero le es negado. Lamentando su desgracia, llega hasta el jardín de palacio, donde encuentra a Lucinda dormida. Entre sueños, la Infanta se queja por el cambio de actitud del conde, del que se confiesa todavía enamorada. Enrique sostiene a Lucinda en sus brazos; pero ella, cuando despierta, lo tacha de traidor y abandona el jardín. Leonora, que ha presenciado toda la escena desde un lugar apartado, sale al encuentro del conde para recriminarle su ingratitud. El conde confiesa a Leonora que su amor por Laurencia ha sido fingido, encaminado únicamente a provocar los celos de la Infanta para así poder recuperarla. Lucinda, que, arrepentida de su severa actitud con el Enrique, ha vuelto al jardín, escucha la conversación y descubre, de esta manera, que el conde todavía la ama. Los enamorados se reconcilian, aunque Enrique le reprocha levemente que haya tenido una aventura con Fabio. Lucinda niega el lance y le sugiere que no crea todo lo que ve, porque Es el amor hechicero / ver, Enrique, y no creer.
Decidida a deshacer el engaño, la Infanta va en busca de Celia. Le hace saber que el Rey ha decretado su matrimonio con Fabio y la acusa de haber urdido la trama que ha puesto en peligro su honor y su relación con el conde. Para poder recuperar ella la confianza de Enrique y ganar Celia la mano de Fabio, Lucinda le sugiere que cite, para esa misma noche al duque en el jardín. En el mismo lugar Lucinda ha citado a Enrique. Cuando llega la noche, el conde se dirige al jardín, donde descubre la presencia de otro hombre. Al reconocer a Fabio, se imagina de nuevo desamado por Lucinda. Los dos galanes riñen en presencia de Celia, que intenta separarlos. En ese momento irrumpen en el jardín el Rey, Lucinda, Leonora, Feliciano y dos pajes con hachas encendidas. La Infanta revela a su padre y a Enrique que Celia la suplantaba de noche y se reunía con el duque, quedando ella libre de toda culpa. El Rey ordena el matrimonio entre Celia y Fabio, que cayó en el engaño y debe restaurar el honor de la dama, y el de Enrique con Lucinda; ésta, a su vez, da la mano de Leonora a Feliciano. La comedia termina con la reiterada recomendación de la Infanta al conde: En amorosas quimeras, / ver, Enrique, y no creer.
OBSERVACIONES A LA OBRA
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