Salen DOÑA ELENA, dama, y DON JUAN, estudiante.
DOÑA ELENA
Octava real
Yo soy hija, don Juan, de un hombre indiano,
hidalgo montañés, muy bien nacido;
diome su luz el cielo mexicano,
que fue para nacer mi patrio nido.
25
Mas la fortuna, resistida en vano
por sucesos que ya los cubre olvido,
le trujo a España con alguna hacienda,
o persuadido de su amada prenda.
Octava real
Divídese Sevilla, como sabes,
30
por este ilustre y caudaloso río;
senda de plata, por quien tantas naves
le reconocen feudo y señorío.
Es esta puente de maderos graves,
sin pies que toquen a su centro frío,
35
mano que las dos partes, divididas
por una y otra orilla, tiene asidas.
Octava real
Hizo elección mi padre de Triana,
patria de algún emperador romano,
para vivir, la causa fue una hermana,
40
o por no se meter a ciudadano.
Finalmente, pagó la deuda humana
con su mujer, el venerable anciano,
dejándome, ni rica ni tan pobre,
que el sustento me falte ni me sobre.
Octava real
45
Aquí he vivido con tan gran recato
que se puede escribir por maravilla;
pues que de Triana, verdad trato,
pasé dos veces solas a Sevilla.
Pienso que ansí mi condición retrato,
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pues habiendo de aquesta a aquella orilla
paso tan breve a dividir sus olas,
a Sevilla pasé dos veces solas,
Octava real
una con gran razón a ver la cara
del sol de España, que nos guarde el cielo,
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porque estando en Sevilla se agraviara,
si no la viera la lealtad y el celo.
Otra, por ver la máquina tan rara
del monumento a la mayor del suelo;
de suerte que fui a ver cuanto se encierra
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de grandeza en el cielo y en la tierra.
Octava real
Mas, como siempre en los mayores días
las desventuras suelen ser mayores,
tú, que tan libre como yo venías,
viste en mí la ocasión de tus errores.
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Seguísteme a Triana, y las porfías
de tus paseos escribiendo amores,
aunque rasgué con justo enojo algunos,
mostraron lo que vencen importunos.
Octava real
Yo te escribí para decirlo en breve,
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y yo también te amé, porque entendía
que al casamiento que al honor se debe,
tu amor el pensamiento dirigía.
Con esto el necio mío ya se atreve
a darte entrada como a prenda mía,
75
entras con libertad y en este medio
hallo que es imposible mi remedio.
Octava real
Dicen que vale cinco mil ducados
la prebenda eclesiástica que tienes,
y que ya de tu padre los cuidados,
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no se entienden a más de que te ordenes.
Si tú pensaste que sin ser casados,
porque a Triana de Sevilla vienes,
tengo yo de perder el honor mío,
mal consejo te dio tu desvarío.
Octava real
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Ayer lo supe, y ese mesmo día
vino mi tío de Jerez, que estimo
por padre, el cual dispensación traía
para casarme luego con mi primo.
Y como yo tu ingratitud sabía,
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a darle el sí, con lágrimas me animo,
y hoy parte por su hijo y por mi esposo,
porque dentro de un mes será forzoso.
Octava real
¿Cuál hombre noble hubiera entretenido
una mujer de prendas con engaños,
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habiendo de ordenarse, aunque hoy han sido
claros de tu maldad los desengaños?
Pensásteme burlar mi honor vencido,
pues si gastaras infinitos años
en locuras de amor, no me vencieras
100
si Ulises fueras, si Narciso fueras.
Octava real
Yo estoy, don Juan, resuelta, y es más justo,
como estado tan alto, que te ordenes,
porque es razón, y es de tu padre gusto.
De renta, cinco mil ducados tienes.
105
Yo perdono el engaño, aunque fue injusto,
[-nes]
que un pecho de traiciones ofendido
volando pasa desde amor a olvido.
DON JUAN
Décima
Elena, a tantas verdades,
110
¿qué respuesta darte puedo,
pues que todas las concedo
sin poner dificultades?
Mas, ¿por qué te persüades
que mi verdad te engañó,
115
pues cuando te quise yo
ni la prebenda tenía,
ni más que amarte sabía,
que es lo que amor me enseñó?
Décima
Mi padre alcanzó después
120
la renta de que yo estaba
seguro, cuando buscaba
más bien ni más interés
que merecer esos pies;
Dios sabe si lo sentí;
125
y si parte no te di
fue porque no quise, Elena,
que partiéramos la pena
que era sola para mí.
Décima
Pasó adelante mi amor
130
encubriendo mi desdicha,
no empeñándote a más dicha
que algún honesto favor;
pero si por ser traidor
tomas venganza en casarte,
135
bien puedes desengañarte
de que amor me ha permitido
que me hubiese sucedido
con que poder obligarte.
Décima
¿Ves la renta y ves también
140
de mi padre el justo enojo?,
pues de todo me despojo
aunque mil muertes me den.
¿Será entonces querer bien,
o mentira si me obligo,
145
para cumplir lo que digo?
Mira si es prueba de fe,
pues todo lo dejaré
y me casaré contigo.
Décima
¿Puede hacer mayor fineza
150
un hombre por lo que adora?
¿Creerás entonces, señora,
lo que estimo tu belleza?
Dirás tú que es más riqueza
ser, Elena, mi mujer,
155
y sabré yo responder
que aun el propio ser perdiera,
si no siendo, ser pudiera,
que fuera tuyo, sin ser.
Décima
Pues quien dijera por ti
160
el propio ser en que vive,
no hará mucho en que se prive
de lo que es fuera de sí.
Yo voy a hablar desde aquí
a quien licencia nos dé.
DON FERNANDO
Octava real
Pasé a las Indias, mozo y con hacienda.
Casé con una dama y, aun hermosa,
230
cansome, Antonio, como propia prenda,
que en conquistar mi amor no fue dichosa.
Llevando, pues, la edad suelta rienda,
me enamoré de una criolla airosa
y no muy linda, así en el mundo pasa,
235
por lo feo, dejar lo hermoso en casa.
Octava real
Esto de los conjuros que sabía,
aunque es necia disculpa de casados,
de suerte enloqueció mi fantasía,
que el depósito fue de mis cuidados.
240
Tuve en ella a don Juan, que no tenía
hijos de mi mujer; con que elevados
quedaron mis sentidos, qué locura,
que quien todo lo acaba, no lo cura.
SERAFINA
¿Qué mayor de la que digo?
Décima
Creció el amor con la edad;
porque, ¿quién imaginara
que tan presto comenzara
495
su oficio la voluntad?
Al principio fue amistad,
simple, honesta ignorancia,
pero la perseverancia
juntó las cosas distantes,
500
y desde amigos a amantes
no hay un paso de distancia.
Décima
Queríame bien don Juan,
pagábale yo también,
pero en medio de este bien,
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que bienes presto se van,
o fue, como era galán,
admitido de otra dama,
cuyas perfecciones ama,
o yo le desagradé;
510
que aunque él lo niega, lo sé
que me aborrece y desama.
Décima
Hágole seguir de día
y de noche, caso estraño
que no tome el desengaño
515
quien tanto hallarle porfía,
ni en casa de amiga mía
largas visitas dilata,
ni con sus amigos trata,
ni le han visto hablar, ni ver,
520
en calle o campo mujer,
y con tibiezas me matas.
Décima
Muerta entre tantos desvelos,
sin saber qué puede ser,
soy la primera mujer
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que tiene celos sin celos.
Asegura mis recelos
con regalarme y jurar,
en oyéndome quejar;
pero en materias penosas
530
no hay cosas más sospechosas
que el jurar y el regalar.
Décima
Aquí viene la elección
de su padre, y aquí viene
pensar que el amor no tiene
535
amistad con la razón.
Bien sé que mi pretensión
ningún fin puede tener,
pero, ¿quién ha de poder,
amando, dejar de amar,
540
si hay tantas leguas que andar
desde amar a aborrecer?
Décima
Esta, pues habéis querido
saberla, fue la ocasión.
Pude amar por la razón,
545
Ricardo, que habéis oído,
pero no dar al olvido
tantos años de amistad,
que hay mucha dificultad
en mudar el pensamiento,
550
cuando está el entendimiento
sujeto a la voluntad.
DON JUAN
Vengo, mi señora, a darte
satisfación de la fe
con que supiste obligarme.
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Veisme aquí, si por ventura
asegurar deseaste
la esperanza de ser tuyo,
para que ya no se alaben
cuantos hicieron finezas,
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que fueron con esta iguales.
¿Qué importa que desde Abido,
Leandro, el estrecho pase?
¿Qué mal se iguala al enojo
de un noble y airado padre?
870
Sacando yo la licencia,
Elena, para casarme,
probando que no tendría
efecto con publicarse,
no faltó quien se lo dijo,
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aquí no es justo casarte.
Con pintar tigres, leones
y otras fieras semejantes,
sacó la espada, no pudo
por los presentes matarme.
880
Y porque llevaba yo
dos ángeles que me guarden,
cerró las puertas, en fin,
y mandó que me arrojasen
por las ventanas mi ropa.
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Yo, pretendiendo probarle,
tomé el traje en que me ves,
y para partirme a Flandes
le pedí la bendición;
mas fue tan inexorable,
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que no la pude alcanzar;
mas déjame que le alabe
de una cosa que en sus iras
me ha parecido notable.
No me ha echado maldiciones,
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como muchos padres hacen
neciamente, porque a muchos
quiere Dios que los alcancen.
Esto me ha dado consuelo
y esperanza de gozarte
900
en paz dulce, prenda mía,
que algún día haremos paces.
Es justo acuerdo y es fuerza
por algún tiempo ausentarme
de Sevilla y dar lugar
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a que este suceso pase.
Porque el mayor dura un mes,
al fin del cual a casarme
volveré a Sevilla alegre;
tú, en tanto, mira que pagues
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esta fe, este amor; no puedo
pasar mi bien adelante.