BELARDO EL FURIOSO, Comedia de
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
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Título: BELARDO EL FURIOSO, Comedia de. Procedencia: Manuscrito
Título: BELARDO FURIOSO. Procedencia: P1; P2
Autoría
Autor: Félix Lope de Vega y Carpio. Fiabilidad: De autoría fiable
Peregrino
Citado en El peregrino I: Sí
Citado en El peregrino II: Sí
Parte
No presente en la colección de Partes de Lope de Vega
Manuscrito
Tipo: Copia
Localización: Madrid, Biblioteca de Palacio (España)
Ref. bibliográfica: S. Arata: Los manuscritos teatrales (siglos XVI y XVII) de la Biblioteca de Palacio. Pisa, Giardini Editori, 1989. 44.
Nota: Letra del siglo XVII
Otras ediciones del siglo XVII
No consta
Colecciones modernas
*Ref. bibliográfica: Paloma Cuenca Muñoz y Jesús Gómez: El teatro de Lope de Vega. Madrid, Editorial Turner-Fundación Castro, 1993 ss. II.
Ref. bibliográfica: Menéndez Pelayo, M., ed.: Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academia Española. ( 15 vols.). Madrid, RAE, 1890-1913. V (BAE, CLXXXVIII).
* Edición utilizada
Ediciones singulares modernas
No consta
Versiones y traducciones
No se conocen
Bibliografía secundaria
- Arellano, Ignacio. "Casos de honor en las primeras etapas del teatro de Lope de Vega". Arellano, Ignacio. El arte de hacer comedias. Estudios sobre teatro del Siglo de Oro. Madrid: Biblioteca Nueva. 2011. p. 91-122.
Nota: Utiliza ejemplos de casi 30 comedias de la primera etapa de Lope.
- Kallendorf, Hilaire. "Love Madness and Demonic Possession in Lope de Vega". Romance Quaterly. núm. 51, 3. p. 162-182. 2004.
- Marín, Nicolás. "Belardo el furioso: una carta de Lope mal leída". Anales cervantinos. núm. 12. p. 3-37. 1973.
- Oleza, Joan. "La tradición pastoril en la comedia de Lope de Vega". Canet Vallés, José Luis. Teatro y prácticas escénicas. II. La Comedia. London: Tamesis-Institución Alfonso el Magnánimo. 1986. p. 325-343.
- Porteiro Chouciño, Ana María. "Amor, magia y mitología en Belardo, el furioso de Lope de Vega". Revista de investigación teatral. núm. 2. p. 83-104. 2010.
- Porteiro Chouciño, Ana María. "Influencias y reelaboraciones clásicas e hispánicas en la comedia pastoril de Lope de Vega". Fernández Rodríguez, Natalia. Presencia de la tradición en la literatura española del Siglo de Oro: como en la antigua, en la edad nuestra. Bellaterra (Barcelona): Grupo de Investigación Prolope, Universitat Autònoma de Barcelona. 2010. p. 11-46.
- Salomon, Noël. "El villano pintoresco y lírico". Salomon, Noël. Lo villano en el teatro del Siglo de Oro. Madrid: Castalia. 1985. p. 382-384.
Nota: Es traducción al español del original francés, Recherches sur le thème paysan dans la comedia au temps de Lope de Vega, Bordeaux, Féret, 1965.
- Trueblood, Alan S.. "Belardo el furioso". Trueblood, Alan S.. Experience and Artistic Expression in Lope de Vega. The Making of La Dorotea. Cambridge: Harvard University Press. 1974. p. 115-140.
- Weber de Kurlat, Frida. "Elementos tradicionales pre-lopescos en la comedia de Lope de Vega". Criado de Val, Manuel. Lope de Vega y los orígenes del teatro español. Madrid: Edi-6. 1981. p. 37-60.
Nota: Sobre El amigo por fuerza y Belardo el furioso.
ANOTACIONES PRAGMÁTICAS
Ver / Ocultar secciónDatación
Fecha: 1594
Ref. bibliográfica: S. Arata: Los manuscritos teatrales (siglos XVI y XVII) de la Biblioteca de Palacio. Pisa, Giardini Editori, 1989. 44.
Nota: 1594 en el MS, entre el título y el reparto (A.44)
Fecha: 1586-1595
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 237.
Dedicatorias
No existe dedicatoria.
Cómputo de versos
Número: 3026
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 52.
CARACTERIZACIONES
Ver / Ocultar secciónPersonajes no computables
Personajes computables
Universo social
Tiempo histórico
Tiempo maravilloso (intemporal)
Marco espacial
Jornada 1
Topónimo: Arcadia. [Grecia]. Europa. Espacio: valle con árboles, tras los que se esconden los pastores.
Jornada 2
Topónimo: lugar indeterminado. Europa. Espacio: bosque fuera de Arcadia.
Topónimo: Arcadia. [Grecia]. Europa. Espacio: bosque.
Jornada 3
Topónimo: Arcadia. [Grecia]. Europa. Espacio: bosque -aunque en un momento dado se alude a las orillas del Tajo-; exterior de la casa de Jacinta; boca de una cueva; escondite cercano.
Duración
Jornada 1: Número indeterminado de días. Nota: Pocos días
Entreacto 1 a 2: 3 meses
Jornada 2: Número indeterminado de días. Nota: Pocos días
Entreacto 2 a 3: Número indeterminado de horas. Nota: La jornada III sucede a continuación de la II, en el mismo día
Jornada 3: Número indeterminado de horas. Nota: La jornada transcurre en unas horas
Género
Género principal:
- Comedia > universo de irrealidad > tradición literaria > pastoril.
Extracto argumental
Jornada 1
La jornada se abre con los monólogos sucesivos de dos pastores, Floripeno y Leridano, que lamentan su amor por Jacinta, no correspondido. El primero, Floripeno, que lleva diez años de servicios no compensados, se compadece de su ganado, que es incapaz de cuidar: "que yo no soy pastor como solía, / perdido guardo, ya que no ganado". El segundo, Leridano, es un mayoral rico, que exalta la firmeza de Jacinta, que no se conmueve con su oro y sus regalos, enamorada como está de un pastor pobre, Belardo. Ambos se encuentran y comentan a dúo su desdicha, así como el avatar de Jacinta, que amaba la riqueza y que por amor entró en la pobreza, quedando su ser transformado, pues "es río que pierde el nombre/ si en mayor entrando va".
Los dos pastorres ven llegar a los amantes, Jacinta y Belardo, y se esconden, el uno tras un roble, el otro tras un laurel. El coloquio entre los dos amantes varía desde los celos fingidos de ella, que provocan en él rotundas declaraciones de firmeza, hasta los abrazos con que se reconcilian, para desesperación de los escondidos. Jacinta concluye la escena con la promesa de un amor capaz de resistir a las mayores catástrofes, un amor más allá de la muerte.
Entonces ven llegar al tío de Jacinta, Pinardo, y Belardo corre a esconderse. Pinardo encomia la belleza de Jacinta, adorada por todo el valle, a pesar de lo cual "tú, sin tomar ejemplo de las yedras, / asida creces a un humilde muro, / donde más daño que provecho medras." El viejo ataca contundentemente la relación con Belardo, que se vanagloria de sus amores en los corrillos, dando lugar a la murmuración, y del que no saca otro provecho que "versos y papeles", que no son moneda corriente ni sirven para comprar nada en la plaza. Su conclusión es devastadora: "¿Es posible que pierdas el sentido / por un llorón cual otro Adonis tierno, / tú que la Circe de este valle has sido?/ ¿Cómo piensas pasar el frío invierno/ a lumbre de papeles y palabras?". Entre los argumentos más notables que usa el viejo está el de los intereses de "el linaje" de Jacinta, acostumbrado ("y yo el primero", dice) a "comer de tu favor" y que ahora pasa necesidad: "de hambre están muriendo / por un rapaz, por un rapaz villano". Pinardo le encomia la riqueza y gallardía de un mayoral, Nemoroso, que remediaría toda esta pobreza a poco que ella le hiciera caso. Jacinta concluye que su tío tiene toda la razón. Nemoroso se presenta muy humilde y ella se muestra amable con él, cosa que el viejo aprovecha para incitarlos a comprometerse, dándose manos y fe.
Al marcharse el tío y el mayoral, sale de su escondite un iracundo Belardo, que lo ha oído todo, y que amenaza a Jacinta con matarla y con matarse. Por lo que dura un aparte, Jacinta se debate entre el amor y la conveniencia, pero finalmente se resuelve y anuncia a Belardo la ruptura de unos amores que duran ya seis años. Ante la desesperación del mozo y sus reproches ("eres ave ratera, / que no puede alzar el vuelo"), que dice querer suicidarse, ella finge un desmayo, pero él, que no se lo cree, finge a su vez que va a "darla con la daga", ademán que basta para que ella se levante de un salto. Finalmente, Belardo asimila su abandono y se marcha, no sin improperios, mientras ella se muestra desafiante ("A mujer determinada, / ningún miedo le reporta", pues "más nuestra lengua corta" que la espada de cualquier hombre) y exalta su libertad ("Ya no más necesidad / ni prisión de libertad; / no se compara al tesoro / la libertad; ésa adoro: / diga el alma libertad").
Tras el vacío escénico Leridano confía a su amigo Floripeno que, desengañado de Jacinta, ha decidido dedicar sus atenciones a Cristalina, pero Leridano le responde que también Cristalina es esclava de Belardo, a quien ha entregado "su hacienda". Cristalina viene buscando "un manso" que se le ha perdido, y que era su "regalado". Los dos pastores se ofrecen a buscarlo.
Al quedarse sola, llegan Siralbo, amigo fiel de Belardo, y éste, que viene escondiéndose de la justicia porque ha matado a Nemoroso (eso da a entender) y le buscan. Tiene que huir de Arcadia y marchar a Italia, por lo que necesita ayuda. Cristalina, que aunque despreciada por otra, dice, "siempre te he sido / amparo y madre engañada", va a buscar a su casería una cadena y una bolsa llena de oro para entregárselas. A solas los dos amigos vacían el zurrón de Belardo para quemar su contenido: de allí salen papeles y más papeles, cartas de Jacinta, que Belardo lee, una "bandilla", un rizo de cabellos, etc. Entre melancólicas quejas de Belardo, les prenden fuego.
Jornada 2
Transcurridos tres meses fuera sin que Belardo pueda dejar de llorar su ausencia, pese a los sabios consejos de Siralbo, toma la súbita decisión de volver a la Arcadia, aunque procurando no ver a Jacinta. Antes, y como muestra de su firmeza, hace cavar a Siralbo con la daga y entierra con despecho pero también con arrepentimientos y un cierto desvarío el retrato de Jacinta. En la sepultura (‘un poco de tierra que estará con ramos junto al vestuario’) quiere escribir un epitafio: "Aquí yacen, sin morir, / mi lealtad y tu hermosura".
Mientras tanto Nemoroso, en vísperas de sus bodas, hace el panegírico de sus campos y las riquezas que atesoran. Jacinta le interrumpe y le cuenta un sueño que ha tenido, en el que Nemoroso quería conducirla atada de una cadena de oro hasta un bosque, contra su voluntad. A partir de este momento Jacinta le va sacando uno tras otro, y con no poco descaro ("Calla, que está ya en el lazo", le dice a su tío, amedrentado), múltiples regalos, incluida una dote muy generosa para su amiga Amarilis, que se casa esa noche. Pinardo, a solas, medita sobre la diferencia entre un amador rico y uno pobre, que quiere sujetar a la mujer con tan sólo "un papel y un soneto". Le encuentran Belardo y Siralbo, que le odian, pero que lo disimulan, y al pedirle las novedades del valle el viejo les dice que ya Jacinta y Nemoroso se han casado (se han dado las manos y han firmado papeles ante todo el valle), incluso que ya se gozan, y que Nemoroso le ha hecho prodigiosos regalos. Belardo, loco de rabia, es retenido a duras penas por Siralbo. Echa una maldición sobre los novios y, a medida que crece su desvarío, se cree abierto en canal y pide a Siralbo (que le sigue la corriente) que le mire bien por dentro, o escribe en la tierra con un cayado un desafío a Nemoroso, emplazándole en este bosque a las dos. Siralbo contempla con pena la locura de su amigo.
Se intercala una especie de entremés de los pastores comparsas que presenta otra versión de la historia principal. Tras una alusión en clave al manso perdido en la Jornada I, Leridano, otro pastor rico, pide a Floripeno, que abogue en su favor ante Cristalina, pastora rica, y se esconde para observar la escena. Pero Floripeno por quien aboga es por sí mismo, denigrando a su amigo, quien desde lejos y muy optimista equivoca el significado de los gestos de Floripeno y de Cristalina. Al final de la escena los dos son rechazados pero Cristalina los cita para las bodas de Bato y Amarilis, que se celebrarán esa misma noche. Irrumpe entonces Belardo, ‘armado graciosamente con una caña por lanza’ y como que viene al desafío. Los otros le siguen la corriente, y hasta se acomodan al lenguaje caballeresco del pastor, pero él se desbarata y larga por la boca groserías y simplezas, que les hacen huir. Belardo se queja de que Nemoroso no acude a su desafío, y dolorosamente lo imagina retenido por su amada. Entonces se presenta Siralbo, también ‘armado graciosamente, fingiendo ser Nemoroso y con una caña por lanza’, disputan y combaten el uno contra el otro, hasta que Siralbo se da por vencido y le cede a Jacinta. Belardo, muy satisfecho, se va a por ella.
La jornada se cierra con el cuadro de las bodas, con música y baile, y un paso de boda villana, la de Bato y Amarilis, dos simples, servidores de Jacinta, que aportan comicidad rústica con sus amores de peleas e insultos. Poco a poco se van incorporando y sentándose los demás personajes. Irrumpe entonces Belardo muy a lo caballero y reclamando a Jacinta como premio de su victoria, pero Nemoroso le ataja ofendido y Belardo, olvidándose de la lanza, se lía a bastonazos con todos, obligándoles a huir. Belardo, dueño ya del escenario, se siente, cual nuevo Escipión o Hércules chico, satisfecho por el estrago, pero no sin un toque de melancolía.
Jornada 3
A continuación, Jacinta va huyendo de Belardo e invocando a "santa Palas" hasta que se para y le hace frente. Su discurso oscila entre acusarle a él de haberla dejado; confesarle que sigue queriéndole, incluso que quiso matarse cuando él se fue, pues estuvo más loca de lo que él lo está; preocuparse por salir viva del encuentro y, finalmente, seguirle la corriente en su desvarío. Cuando él le pide que se abracen, en señal de reconciliación, ella le hace mirar el cielo y aprovecha su distracción para escapar. Al llegar Siralbo encuentra a su amigo mucho más delirante, pues ahora está convencido de que no encuentra a Jacinta porque un áspid venenoso mordió su pie y, cual nueva Eurídice, está ya en el reino de Plutón y Proserpina. Él, cual nuevo Orfeo, tiene que ir a buscarla, si no cantando, "escribiendo y llorando / que lo sé mejor hacer", y aprovechando además que el infierno está cuesta abajo y será menos penoso de alcanzar, sobre todo si para atajar camino se despeña por los riscos. Siralbo le sigue la corriente y le dice que le acompañará.
Galterio, el padre de Belardo, denuncia a Jacinta por hechicera y pide que la metan en la cárcel a los alcaldes villanos, Peruétano y Cornado, cuya simplicidad rústica acoge graciosamente la querella y que se disponen a hacer la información correspondiente.
Siralbo expone a Jacinta el estado de Belardo y le pide ayuda. Ella, conmovida, acepta y van a buscarlo. Por su parte, Galterio y los alcaldes, acompañados de labradores ‘con chuzos’ van a casa de Jacinta, a buscarla, no sin cierto temor por su supuesta condición de hechicera. Al no encontrarla, sacan de la casa a Bato y Amarilis, sus criados. Llega entonces Nemoroso y media entre unos y otros, defendiendo a Jacinta de las acusaciones de hechicera y, a través de ella, denunciando la infamia de los hombres despechados que toman venganza de las mujeres acusándolas de hechiceras, y enfrentándose con dureza a Galterio. Ante la decisión de los alcaldes de seguir con la información, Nemoroso se compromete, con su persona y su riqueza, a "dar cuenta de Jacinta", con lo que los alcaldes se dan por satisfechos y se retiran. Bato y Amarilis informan entonces a Nemoroso de que Jacinta ha salido acompañada de Siralbo, información que enciende los celos de Nemoroso que siente, una vez más, la inutilidad de sus regalos y de sus riquezas, y que de nuevo ha sido derrotado por un loco.
Parados ante la boca de una cueva, que se supone del infierno, Siralbo hace un conjuro para que salga Jacinta, que aguarda escondida. Finge Jacinta que sale del reino de los muertos y dirige a Belardo un intenso parlamento amoroso, impregnado de lirismo, que Belardo escucha arrobado. Cuando finalmente puede hablar lo hace con un hermoso soneto ("Querido manso mío, que viniste....") que es signo, a la vez, de su recuperada cordura. Los amantes se abrazan y Belardo va glosando parte por parte el cuerpo de su amada, mientras ella repite, incitándole a pasar de una a otra: "¡mírame, mírame!". Siralbo los invita entonces a reafirmar sus amistades con su casamiento, y ellos se comprometen. Nemoroso, que los acecha escondido, se vuelve loco ("Cayó la Troya de mi alma en tierra / […] ¡Cielos, el seso perdí!"). Cuando llegan los alcaldes y contemplan al nuevo loco ya no tienen ninguna duda de la condición de hechicera de Jacinta, y de que merece la muerte. En esto llega también Cristalina, que va buscando a Belardo, y que se entera por Nemoroso de la reconciliación de los amantes, con lo que también ella se vuelve loca ("No soy yo / sino quien su sombra viste"). Se incorporan Leridano y Floripeno, que vienen discutiendo sobre a cuál de los dos prefiere Cristalina, pero descubren que ella también está "furiosa", y por causa de Belardo. En presencia de los alcaldes, que se enfrentan perplejos a tal epidemia de locura ("que llaman de mal de amor") en el valle, unos acusan a Jacinta y otros a Belardo de ser los culpables. Llegan entonces los amantes, acompañados de Pinardo, que por fin ha accedido a las bodas de ambos, pero por detrás se les acercan Nemoroso, con una daga para matar a Belardo, y Cristalina, con otra para matar a Jacinta. Cuando van a asestar sus golpes se ven el uno a la otra y se enzarzan en lucha para evitarlo. Los prenden, pero los amantes piden que los suelten y declaran públicamente su casamiento, apoyados por Pinardo. Nemoroso entonces se ofrece como esposo de Cristalina, que acepta, y los alcaldes prometen sus hijas respectivas a Leridano y Floripeno, con lo que se despide la comedia.
OBSERVACIONES A LA OBRA
Ver / Ocultar secciónObservaciones:
Son notables los versos partidos entre Belardo y Jacinta (J. I, Esc.4) y la hermosa escena de las prendas del amor perdido, en que los pastores vacían de ellas el zurrón, las glosan melancólicos, y finalmente las queman.
La historia de los amores de Jacinta y de Belardo y de su ruptura por presiones familiares e intereses, remite en clave pastoril a la de Elena Osorio y el joven Lope.
Las muy abundantes alusiones a mitos, leyendas y a historias de la Antigüedad proporcionan a esta obra un marcado sabor culturalista y, más aún, italianizante y clasicista.
No obstante, un paso de bodas villanas, a la manera de Lope de Rueda (y más allá, de Diego Sánchez de Badajoz), pone en la Jornada II el contrapunto de una comicidad rústica.
No deja de asomar, aquí y allí, una cierta ironía sobre las convenciones del propio género. Un ejemplo: En la Jornada II, Nemoroso hace el panegírico de los dones con que naturaleza y agricultura enriquecen sus campos en invierno, entonces Jacinta le interrumpe: "No más [...] basta aquesa descripción: / no hagas la del verano".
"JACINTA: Ya no podré yo decir / que los sueños, sueños son."(J.II, esc.2).
En la maldición de la Esc. 5, Belardo desea a Jacinta que "maten un hombre en tus umbrales, y ande/ toda tu casa en alboroto grande".
Son notables el "paso de las bodas villanas" y el "entremés de las locuras de Belardo."
Las alusiones mitológicas tienen a menudo un sentido paródico, como en la Esc. 1,de la Jornada III, en que Jacinta hace mirar a Belardo el cielo, pues según ella se puede ver hacia el oriente a la hermosa Aurora lavándose los pies en una fuente. Belardo reflexionará que no puede ser, porque la Aurora no se levanta tan sucia que necesite lavarse, ya que "harto lavada amanece/ con el rocío que llora".