AUDIENCIAS DEL REY DON PEDRO
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
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Título: AUDIENCIAS DEL REY DON PEDRO. Procedencia: Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid
Autoría
Autor: Félix Lope de Vega y Carpio. Fiabilidad: De autoría dudosa
Observación: Atribuída a Lope por Shack y Menéndez Pelayo (CR, 449), "Tenemos muchas dudas de que la comedia sea de Lope" (MB, 424).
Peregrino
Citado en El peregrino I: No
Citado en El peregrino II: No
Parte
No presente en la colección de Partes de Lope de Vega
Manuscrito
Tipo: Copia
Localización: Madrid, Biblioteca Nacional (España)
Ref. bibliográfica: Biblioteca Nacional (España). Junta Nacional del III Centenario de la muerte de Lope de Vega.: Catálogo de la Exposición Bibliográfica de Lope de Vega. Madrid, Biblioteca nacional, 1935. 27.
Otras ediciones del siglo XVII
No consta
Colecciones modernas
*Ref. bibliográfica: Menéndez Pelayo, M., ed.: Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academia Española. ( 15 vols.). Madrid, RAE, 1890-1913. IX (BAE, CCXII).
Ref. bibliográfica: Lope de Vega: Obras escogidas (Estudio preliminar... de Federico C. Sainz de Robles). Madrid, Aguilar, 3 vols., I-1946;II-1955;III-1958. III.
* Edición utilizada
Ediciones singulares modernas
No consta
Versiones y traducciones
No se conocen
Bibliografía secundaria
- Exum, Frances. "Lope's King Pedro: The Divine Right of Kings vs. the Right of Resistance". Hispania: A Journal Devoted to the Teaching of Spanish and Portuguese. núm. 57, 3. p. 428-433. 1974.
Nota: Sobre Audiencias del rey don Pedro, Ya anda la de Mazagatos, El médico de su honra, La carbonera y El rey don Pedro en Madrid.
- Primorac, Berislav. "Agresión sexual y castigo en Audiencias del Rey Don Pedro. ". Campbell, Ysla . El escritor y la escena. Actas del II Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro. Ciudad Juárez: Univ. Autónoma de Ciudad Juárez. 1994. p. 155-163.
Nota: Congreso celebrado en Ciudad Júarez, 17-20 de marzo de 1993.
ANOTACIONES PRAGMÁTICAS
Ver / Ocultar secciónDatación
Fecha: 1613-1620
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 424.
Dedicatorias
No existe dedicatoria.
Cómputo de versos
Número: 2764
Ref. bibliográfica: Morley, S. G.; Bruerton, C.: Cronología de las comedias de Lope de Vega (La 1ª edición, en inglés, es de 1940). Madrid, Gredos, 1968. 424.
CARACTERIZACIONES
Ver / Ocultar secciónPersonajes no computables
Personajes computables
Universo social
Tiempo histórico
Edad Media
Nota: Época de Pedro I de Castilla, entre 1350 y 1369.
Marco espacial
Jornada 1
Topónimo: Sevilla. [España]. Europa. Espacio: calle; palacio; exteriores.
Jornada 2
Topónimo: Sevilla. [España]. Europa. Espacio: calle; plaza; campo; palacio.
Jornada 3
Topónimo: Sevilla. [España]. Europa. Espacio: calle; residencia de Leonardo; palacio.
Duración
Jornada 1: Número indeterminado de días
Jornada 2: 1 día (aprox.)
Jornada 3: 1 día (aprox.)
Género
Género principal:
- Drama > historial > profano > hechos particulares.
Géneros secundarios:
- Drama > historial > profano > hechos famosos públicos > España > medievales.
Nota: El entorno histórico del reinado de Pedro el Cruel está densamente elaborado, y aunque el tema del título, las audiencias del Rey, no asume el protagonismo de la acción, le sirve de circunstancia muy presente en la misma.
Observación: El conflicto principal lo causa la honra burlada y la venganza de la deshonra por la propia víctima, en una acción de contenido trágico que evoca, además, la venganza bíblica de de Judith, por contraposición al caso de Lucrecia.
Traza complementaria es la que da título a la obra, las audiencias del Rey Don pedro, esto es, la justicia del Rey y sus pruebas.
Extracto argumental
Jornada 1
Una noche, en las calles de Sevilla, dos galanes, don Diego y Leonardo, acompañados por el lacayo Funes, se sientan a tomar el fresco y a descansar. Don Diego describe su vida libre de cuitas de amor y Leonardo se lamenta por su amor no correspondido hacia Laurencia, que ama a don Félix. Sin embargo, el núcleo principal de la conversación lo constituye el relato histórico que hace don Diego de la azarosa llegada al poder del rey don Pedro: el conflicto con sus hermanos Fadrique y Enrique, el cautiverio durante cuatro años en Toro, las hostilidades actuales, la visita del Rey a Sevilla y la preparación de las celebraciones en la ciudad para recibirlo. Llega el caballero don Félix con su criado y dos músicos, que, a instancias de aquel, se ponen a cantar una canción de amor debajo del balcón de Laurencia. Don Félix, al encontrar a otros caballeros en la calle, acaba desafiándolos y sale acuchillándose con ellos. Se asoma al balcón Laurencia, y, creyendo que se dirige a don Félix, a quien había citado, le comunica a Funes que su padre ya ha aceptado su boda. El criado le contesta con gracia, manteniendo oculta su verdadera identidad, y termina recibiendo, como prenda de amor, una banda que don Félix debería lucir durante la fiesta. Llega don Félix con su criado y tras asistir, celoso, a la escena de balcón, obliga a Funes a que le entregue la banda. Laurencia cree que se trata de Leonardo y le recrimina su asedio al tiempo que declara su amor por don Félix y su compromiso con él, tras lo cual entra en casa. Don Félix, muy satisfecho de las palabras de su amada, se marcha.
Durante las fiestas en honor al monarca, en un espacio exterior no determinado, el rey don Pedro agradece la recepción de Sevilla y comenta con su hermano Tello y con el maestre de Santiago, don García, lo ocurrido en la guerra contra Enrique, la huida de este y sus intentos de organizar en Francia una alianza contra el legítimo rey de Castilla, a cuya amenaza tanto don García como Tello prometen hacer frente con todas sus fuerzas. De repente aparece Leonardo arrojado por el caballo a tierra delante del Rey, en apariencia muerto. Don Pedro se entera por Funes de la identidad del caballero, valeroso y libertino, y se marcha. Llegan a continuación Elena, prometida de don Diego, Celio, lacayo de este, y Flora, criada de la dama. Todos se impresionan al ver a Leonardo aparentemente muerto; los criados se marchan a advertir a don Diego, y Elena se acerca a Leonardo, que despierta del desmayo y al ver a la dama la corteja. Elena le recrimina duramente sus declaraciones recordándole sus deberes de caballero ante la mujer de su amigo, pero él contesta que el mayor amigo es el gusto. Llega don Diego, que se alegra del buen estado de salud de Leonardo y desoye, al no entenderlas, las alusiones de Elena a lo ocurrido. Funes cuenta con donaires e invenciones el encuentro con el Rey y lo que él le dijo mientras Leonardo yacía desmayado, y don Diego hace una larga relación de los fastos de Sevilla en honor a don Pedro. Da noticia de muchos nobles sevillanos que participaban en los toros y en los juegos de cañas, con detalles sobre sus ricas armaduras, caballos, ornamentos y motes, ponderando especialmente la fuerza y gallardía demostradas por don Félix, que ha matado un toro en la plaza, y por el conde de Niebla. Todos se marchan reconociendo "que han sido bizarras fiestas"; por su parte, Leonardo se reafirma en su secreta intención de pretender a Laurencia.
Jornada 2
En las calles de Sevilla, Laurencia y Félix corroboran su amor antes de tomar rumbos distintos para no causar murmuraciones y por miedo a encontrarse con Leonardo y "ocasionar disgustos". No tarda en aparecer el galán y, pese a que dama y criada se tapan para no ser reconocidas, Leonardo aborda a Laurencia y le ofrece sus servicios amorosos; Funes, contrapunto cómico, se dedica a cortejar a la criada Celia. Laurencia rechaza tajantemente las ofertas del galán, recordándole que es casada y recriminándole su bien merecida fama de libertino. La llegada en ese momento de don Félix es aprovechada por la dama para irse con él y deshacerse de Leonardo. Mientras tanto, don Diego, que ha sabido por Elena de los requiebros de Leonardo, le escribe una carta emplazándolo a un duelo a las cinco, en la puerta de Jerez.
Se dispone a celebrar el Rey su audiencia pública mientras da cuenta de la ejecución del Rey Bermejo de Granada por haber roto su palabra, lo que da pie a comentarios sobre si le corresponde el apelativo de Cruel o el de Justiciero. La primera persona que se presenta ante el Rey es una mujer ‘tapada’ que pide justicia porque se considera engañada por Leonardo, a quien otorgó sus favores bajo promesa de casamiento. El Rey declina su ayuda considerando que, al haber sido gozada en su casa, ella debió consentir, y por lo tanto no debe intervenir la justicia. Con análoga agudeza y sabiduría el Rey trata a un soldado herido que pide un premio por haber perdido el brazo huyendo de los moros. El Rey lo acusa de cobarde y lo expulsa. En tercer lugar, se presentan un mercader y un viejo y pobre leñador. El leñador refiere que encontró cincuenta doblas marroquíes en el suelo y honestamente las entregó a un mercader que sostenía haberlas perdido y que prometía una recompensa, pero no recibió premio alguno, ya que el mercader afirmó haber perdido sesenta. El Rey ordena al mercader que devuelva las cincuenta doblas al leñador, dado que, no siendo sesenta, no pueden ser las que perdió. La corte se retira entre alabanzas a la sabiduría y la prudencia demostradas por el rey don Pedro.
En el duelo entre Diego y Leonardo, este último está a punto de perecer, pero Félix, que conoce bien a los dos, intercede por el amigo y le salva la vida. Don Diego se retira, no sin advertir a don Félix de que se guarde de Leonardo, pues es un villano. Leonardo, con largas agudezas sobre su amor a Laurencia y el regalo de una cadena de oro, se gana la complicidad de Cosme, el criado de don Félix, que trama el plan de darle entrada nocturna en su casa para que goce a Laurencia haciéndose pasar por Félix.
De noche, en la calle, Funes, criado de Leonardo, se entretiene con chistes graciosos. Al rato llegan por un lado don Diego, que acude a la cita con Elena, y por otro Leonardo, que se dirige hacia la casa de Laurencia. Funes confunde a Diego con Leonardo y le dice en tono jocoso que esa noche podrá gozar a Elena. Diego, fuera de sí, declara querer matar a Leonardo, pero también duda sobre qué hacer. En una escena de balcón, Elena ve a Diego y, confundiéndolo con Leonardo, lo trata con desdén; Diego queda confiado y satisfecho. Funes se echa a tierra para dormir, a la espera, según cree, de que Leonardo vuelva del encuentro con Elena. Cuando su amo vuelve, tropieza con él, y tras la confusión inicial y una vez se han reconocido, le aclara que a quien ha gozado es a Laurencia y no a Elena, con lo que acaba la jornada.
Jornada 3
Laurencia se queja ante Cosme del atrevimiento constante de Leonardo, a pesar de que ella no le da la más mínima ocasión. Cuando el propio Leonardo aparece, la dama se enfrenta irritada al galán, y este le confiesa que fue él quien la gozó, haciéndose pasar por don Félix, con la ayuda del mismo Cosme. Laurencia, a pesar de sentirse terriblemente agraviada, da esperanzas a Leonardo de corresponder a sus pretensiones para poder tramar así en la sombra la más sangrienta venganza.
Diego y Elena consiguen hacer las paces, tras una escena de celos provocada por el galán. Laurencia, por su parte, se muestra visiblemente descompuesta e irritable, y los demás, especialmente Félix, no aciertan a entender qué le pasa. Al cantar Celia una canción sobre el suicidio de Lucrecia tras ser forzada por Tarquino, la furia de Laurencia se acrecienta hasta límites que los demás juzgan desvarío, pero ella se ratifica en elegir un camino distinto del de Lucrecia: el de la venganza.
En su casa, Leonardo, también preocupado por el estado de Laurencia, recibe por medio de Cosme una carta de la dama en que le anuncia que esa misma tarde acudirá a su casa a mostrarle su amor. Al anunciar Funes la llegada de una mujer tapada, Leonardo se dispone a recibir a la dama desechando definitivamente las dudas que de tiempo en tiempo le asaltan entre la lealtad al amigo y el deseo de poseer a la amada. Laurencia, que muestra haber premeditado cuidadosamente los detalles de su acción, le declara entre mimos que va a matarlo, y Leonardo lo interpreta metafóricamente, tras lo cual entran los dos en su aposento y dejan fuera al criado Funes, que se queja cómicamente por no poder participar en el regocijo de su amo.
Inmediatamente, Laurencia sale del aposento, ‘alborotada’ y con una ‘daga en la mano ensangrentada’, y justifica con tono trágico el secreto asesinato de Leonardo, pues "secreto mi agravio fue/ si el castigo fue secreto". Al caer la noche, Funes llega a despertar a su amo y, al descorrer la cortina, lo encuentra degollado (‘Abra la cortina Funes, y estará Leonardo sobre unos cojines que parezca estar degollado’). El criado da por hecho que el asesino ha sido don Diego y corre a denunciarlo ante el Rey.
Laurencia y don Félix se congratulan por la salud recuperada de la dama, y de manera ambigua ella da a entender que ha remediado su mal. Cuando Celia les comunica la noticia de la súbita muerte de Cosme mientras comía, ella finge estupor, no obstante haberla ella provocado con un veneno. Llega Elena visiblemente angustiada y relata a los dos la muerte de Leonardo, la denuncia de Funes, el apresamiento de don Diego, Celio y Funes, y finalmente la confesión bajo tormento de los criados, lo que ha determinado la condena a muerte de los tres y la orden de búsqueda de la propia Elena, que les pide ayuda y refugio. Mientras Félix, apenado por la suerte de sus dos amigos, se marcha a la plaza para seguir el proceso, Laurencia concluye que su venganza no habrá sido honrosa si causa una muerte injusta, por lo que se apercibe a encontrar una salida a la situación.
El Rey se dispone antes de que el día se acabe a dar audiencia, y comenta con su corte el quebrantamiento de la paz por Aragón y la movilización por parte de Enrique, su hermano y rival, de tropas francesas que se dirigen a Castilla. Llega el zapatero Marcelino, que expone su caso: secuestrada su mujer por un prebendado, el Arzobispo, una vez informado de la causa, decretó como única pena la de prohibirle decir misa y acudir a la iglesia en seis meses. El zapatero, afrentado, le ha dado muerte junto a la iglesia y se acoge ahora a la justicia del Rey. Don Pedro, demostrando irónicamente su gran sabiduría, condena al zapatero a no hacer zapatos en seis meses y lo deja en libertad. Se presenta Laurencia ‘con manto y traiga la daga ensangrentada’, y pide ser escuchada a solas por el Rey. Le cuenta todo lo ocurrido en una larga relación en romance, le muestra como prueba la daga ensangrentada y le pide que preserve la honra de don Félix y haga justicia con don Diego y los dos criados, quienes, como cobardes y "obligados del tormento, / confiesan ajenas culpas". El Rey, que trata de liberar su mente del sueño del puñal y del golpe de Enrique en Montiel ("que los sueños, sueños son"), toma a su cargo la causa de Laurencia, a cuyo valor y prudencia rinde homenaje, como a una nueva Judith. Ordena poner en libertad a los presos y manda venir a don Félix. Reunidos todos los personajes, don Pedro ejerce su justicia decretando el perdón de los presos, disponiendo las bodas de don Diego y Elena, e incitando a don Félix a amar a su intachable mujer, pues "eterna memoria / de esta mujer quedará / en el mundo".
OBSERVACIONES A LA OBRA
Ver / Ocultar secciónObservación: Las incoherencias argumentales abundan en el texto.
En la Jornada III, Funes hace una curiosa alusión a Don Quijote, poco fiel por otra parte al texto cervantino.
Es esta una de las primeras obras en que adquiere forma literaria la célebre leyenda del zapatero y el Rey, de prolongada continuidad, especialmente durante el Romanticismo (Zorrilla, Arolas…).