Mi propio nombre es Lucindo,
1305
Soldán famoso de Persia;
la mejor parte de Francia,
mi patria, y humilde en ella.
A ver unas fiestas ricas
vine a Nápoles la bella;
1310
pero pocas tiene el mundo
que no paren en tragedia.
Caro precio me costaron,
pues di el alma por las fiestas
a una mujer que también
1315
me rindió la suya en ellas.
Estábamos una noche,
de mis amores tercera,
y la tercera de hablalla,
en el cuadro de una huerta;
1320
sentí rüido de espadas,
pensé que sus padres eran;
saquela y llevele a un monte,
a quien el mar los pies besa.
Túvela, aunque honestamente,
1325
en mis brazos una siesta,
aunque en aquel sol entonces
me abrasaban sus estrellas.
Mirando sus pechos blancos,
cárcel de almas, de amor celdas,
1330
hallé un tafetán en ellos,
saquele por ver lo que era.
Eran dos anillos míos,
púselos sobre una piedra;
vino un águila, llevolos
1335
en alto vuelo, aunque cerca,
que como era colorado
y estaba, sin duda, hambrienta,
imaginó que era carne,
y alzose en alto a comerla.
1340
Ved por dónde, gran señor,
las desventuras comienzan.
Levanteme por seguilla,
que presumí detenella.
A treinta pasos del mar,
1345
enfrente de la ribera,
con el tafetán se puso
el águila en una peña.
Yo, pensando que, por dicha
quisiera ponerle en ella,
1350
miré si pasar podría
mientras durmiese mi prenda.
Hallé una barquilla rota,
de algunas algas cubierta,
y atado un remo de haya
1355
a un escálamo de cuerda.
Entré en ella presuroso,
y deslizando el arena,
la proa a la peña inclino,
mejor dijera a la pena.
1360
No estaba, como juzgué,
de las orillas tan cerca,
que, primero que llegase,
se fue alzando una mareta.
No la pudiendo tomar,
1365
quíseme volver a tierra,
pero osaba y no podía,
que no hay contra el cielo fuerzas.
Es la mar como mujer,
blanda al que en sus aguas entra,
1370
mas para querer salir,
ningún remero aprovecha.
Llevome con cuatro golpes,
no sé si diga seis leguas,
porque en mi imaginación
1375
debieron de ser sesenta.
Alzábanse sierras de agua,
y no me pesaba el vellas,
por ver si vería a mi esposa
desde alguna, en otra sierra.
1380
Pero cuando me abajaban
de su altura a su bajeza,
imaginaba, afligido,
pasar el centro a la tierra,
y que puesto en la otra parte,
1385
dando a todo el mundo vuelta,
la volviera yo a buscar.
Ved lo que un amante piensa.
A la discripción del mar
andaba de esta manera
1390
con más botes en el agua
que una pelota en tierra,
temiendo que mi barquilla
sirviese a alguna ballena
lo que el rojo tafetán
1395
al águila de la selva;
cuando serenando el mar
su espejo, y el sol su esfera,
me prometieron bonanza,
hallar pata el puerto puerta.
1400
Con la pluma de aquel remo
comencé en agua a hacer letras;
pero cuantas yo escribía,
borraba el mar con su fuerza;
pero de aqueste trabajo
1405
me libró fortuna a cuenta
de otras muchas, pues llegando
de Amurates las galeras,
troqué el peligro en prisión,
y la mar de Italia en Persia,
1410
donde ha dos años que vivo.
Señor, mi tragedia es esta.