“Si quedó noticia en ti
de que Isabel engendraste,
reina que fue de estas islas
y ahora de tantos males;
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si pone naturaleza
alguna fuerza en los padres,
como la pone en los tigres,
en los hombres racionales;
si no eres monte de hielo,
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como los nevados Alpes;
si no eres mar sorda y fiera
a las voces de las naves;
si eres rey y no tirano;
si te acuerdas que mi madre
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fue la mujer más insigne
que el mundo hasta ahora sabe,
vuelve los piadosos ojos,
monte, mar, rey, hombre, padre,
a la mísera Isabel,
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cautiva de un hombre alarbe.
Si hasta ahora no te he dicho
mi afrenta y sus crueldades,
es porque es el sufrimiento
digno de personas tales.
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Dos años callé mi pena
llorando mis soledades,
y callara eternos siglos
si no fuera por tu ultraje.
Ya que todo el mundo tiene
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noticia de lo que hace
ese tirano conmigo,
no es razón que yo lo calle.
En el vergel de Belmira,
dos años habrá cabales
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que tiene a Rosa, y es bien
que en vergel las rosas nacen.
Dios sabe que a los principios
le di pesadumbres grandes,
mas después bien sabe Él mismo
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que he callado como un ángel.
Recogime a un oratorio
con asperezas iguales
a un padre antiguo del yerno,
para que Dios le alumbrase.
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Y estando en aquesta vida
hoy, treinta de junio y martes,
me ha llevado a su vergel
en pobre y humilde traje.
En el servicio me ha puesto
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de su amiga, sin que falte
a la comida y la cena
de sus personas reales;
y aunque lo quise, quisiera...;
mas no se atreve a fiarse,
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que solo del llanto mío
veneno pudiera darle.
La mujer, cierto, es hermosa
y aunque es de humilde linaje,
tiene rico entendimiento
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y es hechicera notable.
No digo que sabe hacellos,
pero que decillos sabe,
que a saber dar gusto en todo,
no hay hechizo que le iguale;
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pero en lo que falta tiene
es en que al rey no le guarde
el decoro que le debe
y con otros hombres trate.
Quisiera que le quisiera,
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mas siempre en la boca trae:
‘los hombres quieren ver hombres
para que de veras amen.’
No te quiero decir más,
señor, por no lastimarte.
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Basta saber que algún día
no como por no sobrarme.
Esta es Isabel, tu hija,
y esta es Rosa, honesta y grave;
este es Roberto, tu yerno,
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y tú, Enrique, eres mi padre.”