Salen Otón y Fabio de gala.
Sale la infanta Aurora y Celia, dama, y Julia, criada.
Vanse.
Vanse. Salen Carlos, príncipe de Polonia y Tarquín, su criado.
Salen Aurora, Celia, Otón, Fabio y Julia.
CARLOS
Deme atención vuestra alteza.
Octava real
Carlos, único hijo y heredero
del de Polonia, que ceñir espera,
primero en sangre y en valor primero,
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la universal corona de la esfera,
depuesta la casaca y el acero
que el turco tiembla, el español venera,
de un hermoso retrato enamorado,
velas dio al viento y al amor cuidado.
Octava real
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Poca lisonja hicieron los pinceles
al bellísimo dueño en la pintura,
que puesto que afrentaba los de Apeles,
la copia superior que el arte apura,
y que el sol despreciaba sus laureles
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por la parte menor de su hermosura,
visto su original, el menos sabio,
conociendo el rigor, viera su agravio.
Octava real
Determinado el príncipe valiente
a ver la maravilla retratada,
250
por si la fama o la pintura miente,
tal vez de afecto o de pasión llevada,
dio su esperanza al húmido tridente,
y de un salobre mar urna dorada,
a tanta majestad palacio breve,
255
pisa los mares y los aire bebe.
Octava real
Entre otros cortesanos caballeros
que el príncipe embarcó en su compañía
número fui, si no de los primeros,
el que más ordinario le asistía.
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Los reinos comarcanos y extranjeros
salva hicieron al sol, porque traía
el bajel que robar pudiera a Europa
un sol pintado en la dorada popa.
Octava real
Penetramos el mar con fresco viento,
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asegurando el paso más dudoso,
los borlos al combés el barlovento,
hasta que entramos en el faro odioso:
allí, pues, donde tiene eterno asiento
el promontorio fértil y abundoso,
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en cuyas faldas y abrasado extremo
alentó sus albogues Polifemo,
Octava real
desató de sus cárceles oscuras
rápidos vientos Eolo enojado,
y hasta el presidio de las luces puras,
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olas condujo es escuadrón formado,
el bajel que, animoso en sus venturas,
desprecio fue de tanto humor salado;
velas, entenas, jarcias y árbol roto,
dio voces a la chusma y al piloto.
Octava real
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Turbado aqueste, aquellos sin aliento,
del Austro, de las olas combatidos,
desesperados ya del salvamento,
la aguja, el norte y el timón perdidos,
revuelto este y aquel fiero elemento
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contra el pobre bajel embravecidos,
las fuerzas muestran, pareciendo, en suma,
pardo delfín entre nevada espuma.
Octava real
Con más fuerzas el monstruo de alborota,
alternativos uno y otro encuentro;
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ya las estrellas con el lino azota,
ya con lino y madera bate el centro,
la proa abierta y la quilla rota,
sin fuerzas y sin alma los de adentro,
tiznados del sudor y de la brea,
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callan roncos, y solo el mar vocea.
Octava real
Abrióse por la tabla de un costado
el bajel, débil fuerza a tal fortuna,
y el generoso príncipe, fiado
más en su dicha que en defensa alguna,
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cortando el cable que tenía agarrado
un esquife, ocasión halló oportuna
para volver a resistir la furia
del mar, que a menos fuerza más injuria.
Octava real
Yo que no pude, aunque seguille intento,
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haciendo de otro barco sepultura,
a la fortuna di segundo tiento
y al mar menos que hacer, si en ella dura;
mas despreciando el corto vencimiento,
me anegó su soberbia mi ventura,
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después de ejecutar tantos enojos,
en el sagrado puerto de tus ojos.
Octava real
Esta es la historia, la tormenta es esta,
por quien es de tener nuevos cuidados,
como causa que a Carlos tanto cuesta,
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tu amante generoso, bien logrados
si el mar que le sepulta o le molesta
sus pensamientos premia enamorados,
conduciéndole a ver en tu hermosura
el vivo original de su pintura.
Octava real
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Mas pues que yo dichosamente llego
donde llegar mi dueño deseaba,
de su amor advertido o de su fuego,
que a vencer tanto mar se anticipaba,
vuelvo a bezar el pie, que ignoré ciego,
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cuyo respeto el alma adevinaba,
cuando vi entre la undosa batería
que un sol faltaba y otro sol salía.
Hablan las dos en secreto.
Cae y llega Carlos.
Vanse.
Vase.
Sale Julia.
Vase.
Vase. Sale Fabio, Celia, Aurora y Otón.
Vanse y salen Carlos y Tarquín de noche.
Sale Otón.
Salen Aurora a la ventana.
Vase.
CARLOS
¿Tarquín? ¿Tarquín? ¿No respondes?
¡Vive el cielo, que se ha ido
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y que es un hombre embozado
a quien, necio, inadvertido,
le revelé mis secretos!
¡Oh, noche! ¡Oh, confuso abismo
de los hombres! ¡Oh, cruel
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capa de tantos delitos!
¡Qué enemiga te has mostrado
y qué contraria me has sido!
Yo he dado con la esperanza
en tierra hundiose conmigo
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el bajel que fluctuaba
fiado en velas de vidrio.
Perdí a Aurora; ofendí a Celia,
pues yo, grosero, publico
de la una los favores,
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de la otra los designios.
¡Qué fantasía, qué impulso,
qué furor, qué desvarío,
qué vanidad, qué quimera,
qué locura, qué delito!
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¿Puedo hacer más repugnancia
en la ocasión que conquisto,
pues ni aun tú hacerme pudieras
tanto mal como yo mismo?
Rabiando estoy de pesar.
Sale Tarquín.
Vase.